La peor decisión

Lectura bíblica: Ge 12:10

“Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra.”

Las malas decisiones han sido partes de nuestras vidas, ellas nos enseñan a no volver por el mismo camino. A veces nos traen consecuencias trágicas. Es el caso de Abram, un hombre que le creyó a Dios, era el padre de la fe. Pero en el momento más difícil de su vida, tal vez, cuando no había alimento en la tierra ¿qué sucedió con el padre de la fe? Abram se vio desesperado, su fe parece haber sido debilitada por causa de la necesidad. Y toma la decisión de mirar a Egipto por sus riquezas, o sea, el camino fácil para suplir sus necesidades antes que esperar en que Dios pueda dar los alimentos. David a pesar de sus errores fue un ejemplo de fe en esta área. Sus palabras inefables demuestran la experiencia de su fe.

Salmos 37:25
“Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.”

Palabra de fe, permanecer en el lugar de la necesidad y solo esperar en Dios.

Salmos 123:1-2
“a ti alcé mis ojos, a ti que habitas en los cielos. He aquí, como los ojos de los siervos, miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios.”

Abram en el momento de debilidad, se dio cuenta que en Egipto estaba lo que el necesitaba, riquezas, alimento, siervas, etc. una vida de abundancia. Pero esa abundancia le trajo problemas. En primer lugar, al entrar a Egipto su vida se corrompe, entregando a su propia mujer en los brazos del faraón.  

Ge 12:13-15
“ahora pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de faraón.”

¿Qué nos enseña esto? cuando uno de los hijos de Dios se aparta del camino rumbo a los deseos de este mundo, entrega lo más preciado que tiene para conseguir su objetivo.

Un ejemplo claro de esto es el hijo prodigo, entregó todo lo que tenia para tener una vida de abundancia y lujos. ¿Pero qué paso después? Las consecuencias fueron nefastas.

Lucas 15:13-18
“no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó  a faltarle. Y se fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! ME LEVANTARÉ E IRÉ A MI PADRE, Y LE DIRÉ: PADRE, HE PECADO CONTRA EL CIELO Y CONTRA TI.”

Esa es la buena decisión, devolverse a la casa del Padre, donde está la abundancia de pan, donde el alimento no escasea. Lo mismo le sucedió a Elimelec y a su esposa Noemí. Se apartaron de Belén (casa del pan) porque no había alimento.

Rut 1:1-2
“aconteció en los días que gobernaba los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. El hombre de aquel varón era Elimelec y el de su mujer, Noemí y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.”

Elimelec movido por su poca fe, fue a los campos de Moab a buscar el pan. Que ilógico es apartarse de la ciudad que lleva por nombre LA CASA DEL PAN. Cuando estamos en el supermercado y las bandejas de pan están vacías ¿Qué hacemos? Lo que hacemos la mayoría de los clientes, es esperar que en unos minutos más el panadero saque el pan y lo coloque nuevamente en las bandejas. Y todos abundantemente lo tomamos. Sería extraño salir de aquel lugar sabiendo que solo ahí está el pan que necesitamos.

Elimelec y Noemí vieron la bandeja vacía y se fueron a un lugar donde no había nada. ¿Y al tiempo después que paso? La bandeja de pan se llenó.

Rut 1:6
“entonces se levantó con sus nueras, y regreso de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan.”

Leamos la expresión de Noemí al regresar a Belén la casa del Pan.

Rut 1:20-23
“y ella les respondía: no me llaméis Noemí (Placentera) sino llamadme Mara (amarga); porque en gran amargura me ha puesto el todo poderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamareis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el todopoderoso me ha afligido? Así volvió Noemí y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la cebada.”

Las malas decisiones y la poca fe traen consecuencias horribles. Por causa de Sarai, Abram obtuvo riquezas en gran manera, pero lamentablemente ese error lo pago caro. Las riquezas hizo que se separara de Lot, su pariente y Agar, la sierva egipcia fue causante de la división de la familia de Abraham.

Dios no quiere que nosotros cometamos el mismo error, él nos advierte ahora que no miremos al mundo y sus riquezas en los momentos difíciles, sino que lo miremos a él. Isaac al igual que su Padre Abraham, paso por el mismo proceso, cuando él estaba en la tierra hubo hambre, y miró a Egipto y quiso ir hacia allá. Pero Dios no se lo permitió, porque él lo iba a prosperar, suplir las necesidades, solo tenía que esperar que el panadero llegue con el pan.

Ge 26:1-3
“después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. Y se le apareció Jehová, y le dijo: no desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre"



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2 Pe 
1:21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

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